Barranca
Blanca
Esta
mañana se vuelve tersa. La ciudad que me trastorna se eleva al
norte, con sus vientos gélidos y sus humanos vestidos con largas
chamarras atestiguando el descenso de temperatura. Sus calles, sus
recodos tristes, su gente oculta en sus casas. Eso es la lejana
Pachuca. Me reconozco absorto en mi adolescencia, vienen a mi esas
calles que conocí, terregosas, olvidadas de todos menos de mi
ingenuidad, esas calles que son parte de la desesperanza.
Irremediablemente
llega a mi cabeza Barranca Blanca. Ese nombre tan hermoso estaba dado
a una carcava amarillenta franqueada por bardas con colores
horrendos, bardas cayéndose. Barranca Blanca. ¿Por qué un nombre
tan bello para una zanja erosionada en las orillas de Pachuca. Aún
recuerdo esa cavidad tornasol a mediodía. Me preguntaba ¿por qué
no callé triste?, ¿o surco ondo? Por qué no se le nombraba con
algo digno de esa periferia cuarteada por el viento y el sol.
No
aparece en mapa alguno. Vuelvo a revisar los mapas, la salida a
Actopan luce tenue, sin marca de Barranca Blanca. Busco, busco, no
aparece, mapas del siglo XVIII, 1855, 1864, 1890, 1920, 1924, no
aparece. Me pregunto si Barranca Blanca no es producto de mi necedad
básica, de esa caracterización de la memoria que a fuerza de
repetir se vuelve real.
Ahora
que reflexiono, me pregunto si tendrá algo que ver San Bartolo, sí
ese pueblito que tiene en su centro un espacio donde se desarrollaban
jaripeos, esos espacios que estaban en los pueblos de indios para
diversión de la plebe, dicen los textos. Barranca Blanca quizás fue
esa frontera que alguna vez fue, la hermosa linea que cortaba la
lejana Pachuca con las calles desplomándose de aquel viejo
asentamiento. San Bartolo está atrás del centro de readaptación
social para menores, en el pie de monte del cerro de San Cristobal,
ahí está, olvidado, orillado.
¿Barranca
Blanca alguna vez fue hermosa? Me pregunto mientras recuerdo que
ahora hay una horrenda calle, tan común a todas las que se
encuentran en esa pendiente de la colonia Morelos esquina con mi
adolescencia adolorida. Llega a mi memoria, el buen Alfredo, aquel
compañero que vivía en el Valle del Mezquital, ahí tomaba su
transporte para llegar a su casa. ¿Barranca Blanca habrá sido
invención de Alfredo?
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