Reflexionando con Amarillo...


La extrañeza de lo real. Dice Tzvetan Todorov (La conquista de América, 2003) que los colonizadores en el siglo dieciséis de la vieja Europa sólo interpusieron su imaginario a la tierra no conocida, desatando así  sus fantasías más exorbitantes sobre lo que era otro. Comenta Roger Bartra (El Salvaje en el espejo, 1998) que a nuestros más recónditos temores los sepultamos en la parte más oscura, en la parte más incomprensible de la tierra: los bosques, el desierto, esos lugares que en siglos pasados no eran totalmente cartografiados y mucho menos reconocidos. Lo extraño no sólo yace en la mente humana, el humano transforma la extrañeza en un paisaje solidamente físico.  Lo real se vuelve extrañeza.

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