Reseña


La quietud

Pablo Trapero
2018
Argentina


La quietud es una película de Pablo Trapero que lleva por sello la disrupción. ¿Cómo romper con el pasado tortuoso de la dictadura Argentina entre la gente: hijos, padres, torturadores, violentados, ciudadanos, desaparecidos, reubicados? Sabemos que el pasado resulta complicado retomar, por la compleja responsabilidad de los actores, sin embargo, también sabemos que el pasado nos apela, a veces confronta. Al parece Pablo Trapero encuentra dos vertientes para resolverlo: desde el Estado y lo personal, es decir desde lo jurídico y la liberación familiar, aunque toque un tema tan delicado como es el incesto.

El jerarca familiar Augusto Montemayor (Isidoro Tolkachir) muere al tener un careo con un abogado del Estado, están investigando el robo de propiedades a torturados y desaparecidos de la Escuela Mecánica de Aviación en la época de la dictadura militar en Argentina. Su muerte traerá la convergencia de la familia en La quietud, uno de los tantos ranchos obtenidos por despojo. Augusto tiene dos hijas con Esmeralda (Graciela Borges): Mia (Martina Gusman) y Eugenia (Berenice Bejo) las dos hermanas disuelven sus afectos entre la amistad, el deseo, sexo y la añoranza. La muerte de Augusto, el padre, pone al descubierto su pasado como colaborador de la dictadura; incluido el odio de la madre hacia su esposo e hija. Con él por la violencia sexual ejercida sobre ella; con Mia por su nacimiento en torno a la relación conyugal perturbada. 

Los documentos incriminatorios que deja el padre a Mia serán los que undan a la madre en la zozobra jurídica, pues el Estado desata una demanda en contra del despojo de tierras. Mia decidirá exponer tales documentos exponiendo a la madre a un proceso legar que embargará todos los bienes inmuebles de la familia Montemayor. El truco de Trapero es centrarlo en lo jurídico, despegándolo de las responsabilidades que conlleva, específicamente por la carga moral de estar relacionado afectivamente, ya no digamos familiarmente, con las personas que fungieron como operadores de la dictadura argentina.

Por otra parte, trapero permite repensar el tabú del incesto en la descendencia de la dictadura. Mia y Eugenia al comenzar con su proceso de adolescencia tienen la primera gran separación, que trataran de subsanar compartiendo su intimidad: afecto, confianza, comunicación y sexo, también incluye al novio y al esposo. Lo cuál hace que la escena de sexo entre hermanas sea tan incomoda, disruptiva. La muerte de Augusto lleva a repensar y a dialogar los significados qué las hermanas tienen para sí, lo cuál traerá angustia, dolor, miedo, ataques neuróticos que solo exacerbaran la decisión final. Eugenia decide quedar embarazada por inseminación artificial eligiendo a su hermana como pareja, en un país lejano a Argentina.

Pablo Trapero retoma la intimidad como el límite de lo humano en esta ocasión. Una película totalmente provocadora desde la belleza de lo íntimo. Trapero en películas como Leonera (2008) o Carancho (2010) expone la toma de desiciones complejas, de gente común, muchas veces condicionadas por las condiciones socioeconómicas de un espacio opresor como es Argentina. Ahora nos presenta la intimidad familiar de gente con una posición socioeconómica “cómoda”. La intimidad ahora será el vinculo que permita la liberación de un tabú como es el incesto, ese rompimiento trae aparejado lo nuevo, no se obstruye con el deseo o erotismo, va más allá: el vinculo sólido de pareja y la procreación de un ser, Eugenia queda embarazada. El contexto resulta ser, una familia que padece la dictadura militar, desde el lado cómodo, pero la respuesta es la liberación en la elección de la pareja, incluso siendo hermanas o mujeres.

Abril, 2019

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