Días atemporales


Para Tania, René, Rafa y Ruben


Los días extraños han llegado.

Se aleja de ellos el bournout,

Ese cansancio alejado del sí mismo.

Este encuentro tocante a la eternidad,

El sin tiempo

Aletargado con nuestros recuerdos.

Estrellas difuminadas,

Aparentando la noche estrellada.


El regreso de los libros 

Se vuelve la constante,

Como si el sino estuviera marcado por la palabra.

Cada uno desde su década,

Con horrores espectrales,

con uniones enteras,

Con regresos laborales,

Acoplado a la la tendencia del mundo.


Está el sueño

Galopando en la terraza,

ese entuerto difuminado:

Amistad.

Con sus colguijes

Siempre diferentes,

Inherentes al sujeto que amortigua.


Los días intensos

Son ese regreso a nosotros mismos,

Donde la fe 

(la diferencia…

se entumece para dar frutos completos,

la lealtad en nuestra mirada se completa.

realzando las secuelas tórridas)

La esperanza

(cuidado entero… 

donde la llama divina se presenta,

un eterno multiple)

La solidaridad 

(el abrazo al árbol… 

culminando con el respaldo etereo,

envergadura de bronce)

La empatia

(el libro prestado… 

que vertebra el rumor no alienado,

la sorpresa del mundo

magia y verdad, deletreada)

Se revela como la entera totalidad

De la que hablaba Plotino.


Los grandes ventanales

Son discursos enterrados como una  barbacoa,

Ese sueño de innumerables aventureros

En la cronología colonizadora,

También para ejemplificar con René el mundo.

No somos nosotros,

Somos ese olvido de la academia,

Del pensamiento espectral

Que resguarda nuestra integridad.

A modo de edad:

Treinta, cuarenta,

El mundo no es nuestro;

De forma laboral:

Enseñar, administrar,

Los deseos se van;

Creaciones culturales:

Clasificadas en usos y costumbres; 

Engaños de la humanidad cautiva.


Estar aquí,

Con sus alegorias incomparables,

Ventanales espectrales,

Quienes buscan,

Quienes encuentran,

Sueños alternos que no 

Nos han abandonado.


Los símbolos se deslavan,

Usurpan la identidad usada

(cuarto blanco)

Alojandónos enteros,

En esa mansión central diferenciada.

Haz de luz,

Pluralizado, integrada en el momento.


Hay una ventana…

dos ventanas, 

cruzadas.

El ocaso atenta

Con envolvernos  eternos.

Las voces y la palabra dicha.

Hay garzas y jaguares,

Cosmología desagregada en series;

Gacelas y recuerdos,

Lagos y volcanes…

Todo en uno, nuevamente.

Como sí, 

el color fuera lo dicho,

Como sí,

la calma fuera la estancia.


La totalidad nos guia,

El blanco espectral, 

La nada que totaliza.


Son parte de este sueño invencible,

Donde la amistada se yergue

Con sus colores

Con sus claro-oscuro

en su cuarto blanco.


Evento interminable,

Con la dicha puesta en algún remake,

Orientada a la dicha,

Ese pesebre que llena,

No por heno,

No por el calor del desierto.

Ese juego del mundo 

Que ya no está aquí.


Esmerada presencia,

Reunión completa,

Conciliar,

Reunir en este descanso

El receloso camino de la amistad:

Quédense, 

Quiero aprender de ustedes,

En este rugir del mundo,  

Donde la atemporalidad guarece. 











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