Lo cotidiano, lo insípido

                                                                                                                    A la generación que fenece...


La vida no alcanza.

Cubre con sus destrezas inmensas,

Lo consuetudinario está aquí,

Sonríe la pobreza desdentada de aquellos carmelitas,

Sin razonar el mundo,

Me sumerjo en la limpieza de la casa,

basura por aquí

trastos por acá,

cubrir la moto, que está allá

sin niños que alegren

o

          hagan perder el sentido de la resurrección diaria,

Vago por la casa…


Como sí fuera el universo,

La mañana en calma,

El llamado a la madre,

El mensaje a mi amada,

Que sepan que todo está en calma:

Mi paciencia preparada para la semana.


Tras esta cortina ordinaria

Quema la continuidad que colma,

El corazón se constriñe

Dando lugar y fecha,

Donde la novedad no llega,

Las emociones se aplanan

Y lo cotidiano envenena…


Gritamos,

Como si fuera una advocación

Decimos que algo toma un curso 

Nunca elegido,

Maldecimos

Nos regodeamos en esta mañana cálida

Que poco sabe de la naturaleza

Porque le hemos puesto años a la edad,

Nos hemos visto al espejo:

Algunos sabios

Algunas sabias;

Sin fin de obtener ganancias por ello,

A veces nos negamos a las obligaciones del capitalismo tardío,

Otras tantas les sonreímos con nuestras ganas cansadas.


Así,

Pronto hemos sucumbido 

A esta comodidad

Que nos orillas a reconocernos,

A sabernos viejos

A mentir sobre la plenitud

Envueltos en estás calles

Que siempre son las periferias.

Orillas siempre prescindibles.

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