El futurismo I: la máquina como atracción urbana


Sobre la motocicleta y el viento


Los fierros, la felicidad



I


Asfalto embravecido,

Tiempo agotado en la tarde.

Sonidos de escapes funestos,

Tramos de la periferia salvaje.


Nombres

Transcurre el momento

Cortos de carriles con transporte pesado,

Algún motociclista con derechos inalienables.


Tramo de momentos inagotados

Dia polvoriento, molestia sin cortos

Ensimismado en la emoción 

Converjo sin dilación.


Viajo,

Recorro kilométros 

Asegurando la incertidumbre 

Velocidad que fragua

La hora de los muchos automóviles.


Sentir la lejanía

En un conmovedor sentido de la fugacidad.

Claridad de la transparencia.


Exceso mal herido.


Este tramo nuevo,

La ubicación y el consorte:

Asfalto y móvil.



II


Días 

Prisa inusitada:

Cerca la media centuria,

Poca claridad,

Recorrer el mundo.


Prisa,

Hacer antes

Que el sueño del cuerpo sano rompa.

Tomar las olas

Con su magnífico encanto.


Ahora es el momento.

Saltar con el poder del cuerpo.

Enhebrar esta claridad

Desenvuelta en el insomnio,

En sonido del escape de una motocicleta.


Esta edad 

Eso, que no perdona,

Que enquista y aturde.

Insomnio, otra vez.


Entre sueños de infortunio

Cobije mi cuerpo desnudo,

Con la tarde que pesa,

Con la palabra que rompe.


Algo se quebró,

El delirio de la investigación en la academia,

Lllano de guerra,  que ya no es tuyo

Donde la ilusión permeó, sin disgusto.


El camino 

Sumerge el deseo,

En la velocidad contigua

A la tarde liberada,

A la mañana soleada



III


Los fierros proveen felicidad.

Me lo digo,

Máxima que surge de la frustración,

Del deseo resumido en la tarde con ocaso.


Ese deseo de viaje

Ese momento lúcido que se conjuga 

En los días adoquinados,

Repletos de tardes insatisfechas

De cortos de luz…


La carretera es la constante,

La brecha

La ausencia…


Cielo que cuaja en minutos

Aterrados a las llantas,

Cruces de mar aparcados en las periferias.


Cuando el sol se agote

Que tiene fecha de caducidad,

El cuerpo se remite a la dificultad del llanto,

A la mañana en calma

A la tarde convulsa…


La noche se agota

El tiempo se acaba.




Silenciosa


La máquina

Rugido claro de dimensiones auditivas.

Resuena

Cuelga los andrajos en el aire

Su rodar sale de la calle con nombre,

La franquean multitud de casas

una tras otras como fichas de dominó.


Bulle el ruido matutino.

Nadie quiere escuchar,

Sin embargo,

Refriega la mañana

Con su machacante sonido que no cesa.


Cambiar las letras por el ruido

Cambiar la voz por el rugido.


Se acaba el tiempo

Se agotan las ideas que fueron origen.

La máquina carcome

Se unde en los delirios posmodernos

Ascendiendo al oido limítrofe con los sentidos.


Cambiar la vida por fierros,

Sueño de otros 

Sueño de la modernidad en la plástica:

el futurismo en los cambios veloces.




Viento y polvo



Ha cesado la primavera seca.

El polvo que circundó el Valle de México,

Donde la periferia corona con sus ráfagas de urbanismo.


Sentir las orillas del cuerpo en el limbo,

Cortado por aire,

Por la manzana tumultuosa que crispa

los sentidos fieros del mundo.


Se ha ido el polvo a lo largo de los días,

Nos visita la humedad del verano,

Agua y sol

Viento y lluvia,

Sortilegios que inundan la plaza

Que riegan las plantas necesitadas de agua.


Se ha marchado otro fragmento de la pandemia,

Que regresa sin atisbos,

En esta humedad que corta todo,

Modifica las tardes, las mañana y las madrugadas.


Esto que hace sentir vértigo en carretera,

La lluvia, el agua derramada sobre el asfalto.


Ha llegado el verano,

Ahora sin polvo,

Con este viento que humedece todo.

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