Los dados del sol
…a los(as) que siempre me han amado
Primavera alterna
Con estos días al revés
Donde la primavera se alenta
Incendiando las tardes con alguna lluvia.
Ser de este espacio despreciado
Embodegado en una periferia sórdida
Anodina,
esas de trasnacionales invadiendo emociones
esa que congela en el desempleo y la precarización.
esa de las diferencias que ahora lo son sin serlo.
Aún se siente la migraña
Con un leve dolor que corta
por momentos incompletos
Lazos entreverados por secuelas pérdidas,
Encriptadas a toda hora.
Nombro el hartazgo
Vuelta de monotonía cuál tuerca pútrida.
Este espacio no nuestro.
La lengua me cerca
Algo se extiende
Sobre la mañana que se antoja cálida
Bullen los sonidos de esta población.
Por aquí el trajín de la tarde,
Quizás sean los sonidos necesarios
Insertos en la humedad matutina.
El brillo de este verano
Cerrado en la mañana.
Aquí pronto la imagen
Tú, sobre un inflable
En bañador combinado.
Algo fluye
El deseo sobre la blanca piel.
Gotas de agua sobre tu muslo derecho.
Tarde en la sombra.
Hay un espacio
Algo no termina de cantar
Será la madrugada
Es el mundo colapsado en la diversidad.
Asomo un poco,
Está la risa hedonista
El empoderamiento divergente
Ahí, obtusa
En espera del mundo,
el recuerdo se entrecruza
toma frontera cónica
de pronto, embulle,
subsume el ojal de la belleza.
En parte el cuerpo
Deseable,
Cruce de edades
de saberes que se enciman
en la comprensión del mundo.
Es la asistencia extraña,
solicitada en tramos.
Esa parte solidaría
agotada en la acción.
El gusto de inventar
El aroma,
El reconocer un viaje silencioso
en el desconocido artificio de la invención.
Ansiedad para llevar
A veces, más de ansia
Menos vida.
Algo sucedió con mi cuerpo,
Arrebolado por la tardía juventud
Surgió un aborto nombrado enfermedad.
Caída libre
Donde las horas no guardan,
Ningún sorteo para la eternidad.
Gozo menos de certeza
Que de fraternidad.
Ahora, encrucijada en el margen de la sensatez,
Voló el vigía sonriente,
Alumbrado de muerte
De nada que fulmine la trivial cotidianidad.
Cercas urbanas
Hay una historia triste
Donde no hay héroes
No hay villanos.
Hay un nuevo historial con nombre de precariedad.
Viaje suburbano guía a las periferias,
Donde la desigualdad
las ideas contrahechas y la sobrevivencia
bullen como virús mundial.
Reflexiones poscovid
Esta búsqueda que ya no implica misticismo.
Cavilo triste
Enfermedad y miedo.
Salterio del mundo
Sin nuevo juguete que nombre belleza.
Cotidianidad remota
Mañana húmeda.
Arrobado en este día.
Obstinados y hacer cada uno diferente:
Sol
Lluvia
Viento
Nubosidad
Presión diferenciada
Temperatura variable…
Haciéndome saber del lugar templado
desde, donde miro.
Pasan los minutos
Avispados de tanta cotidianidad:
El despertar
La limpieza de la cama
La bicicleta fija bañada en polvo;
Lucidez de nuevos días difractados.
Ensambles
La realidad llegó asincrónica.
Con fases que se apretujan entre tiempos,
Sandichw de los días,
Calor de las horas.
La condición posmoderna arrolló
Con su marcado narcisismo,
La insoportable multiplicidad de realidades
Y su sentido esquizofrénico de la existencia.
Baúl sin fondo,
Relatos de laberintos sin salida.
Donde la narrativa
Aborda trozos por igual
Para acceder a la salida.
Belleza adentrada en soliloquios.
Esa de la tolerancia
engullida,
La diversidad sin límite de tiempo
El esqueleto sujeto.
Nuevo entorno
La pandemia azotó la histeria.
Afuera
Humedad nocturna bajo cobijo.
Sol a medio decir
Sin ardor
Con la extrañeza cálida de la primavera
Se incendia la tarde.
Con el halo de mundo
Se siente el cielo templado,
Humareda de polvo y agua:
Lluvia, lluvia nocturna
Que sabes a vida,
Enebro total, juego de vida.
Costal
No responde a la naturalidad.
Como sí el sol fuera de otro sitio,
De una cruz deshilachada,
Sin nombre ni marca
sondeo
aterrizo sin reconocimiento,
sin extrañamiento.
Con cierta saña se presenta la angustia
Con sus malos presentimiento,
Con sus intuiciones dolorosas,
Falco de piel,
Minusválida de nada.
Es tarde
Lo que debe de sonar son los cambios.
Primavera, 2021
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