La vida después de un coronovirus
Espacio inhabitable
El olfato desapareció.
Un buen día desaparecieron los aromas
El dulce aire
El amargo aroma de la descomposición
La clara y diáfana canela en infusión.
Se marcho dejándome menos humano
Tullido de la imaginación
pero no de olvido.
Se marchó en un coágulo de contaminación.
Alojado en no sé que cuerpo
Anidó aquí,
En este cuerpo que conozco
que me ufano de saberlo.
El cambio fueron los aromas moribundos
Esos que te saben a uso y costumbres:
“Eso está sucio”
Cómo si el registro de sus imaginarios fueras tuyos,
infamia doble,
Humanidad maldita:
la perpetuidad de su mundo en tí.
Así,
sucedió con el sanitario
suciedad diezmada por generaciones.
Pero sigue ahí,
Lejos de pandemías
Con sus salitre y su suciedad cristalizada.
Hoy supe de su suciedad.
Un aroma apenas percibido
Se me fue a la memoria,
teñida de mar
y circuncidada por gente cercana,
“Algo luce mal aquí”, me dije.
Sin pleno aviso
Supe que este es un espacio inhabitable,
Olvido pagado por un coronovirus.
Olfato inestimable
pulcro
y delirante.
Un espacio cercano
ahora,
habitable.
Mientras más escribo menos pienso
Pasa así,
Como si el genio creador estuviera aquí.
Con alguna sintonía
Modular las líneas
cortadas a distancia
con cierta musicalidad
requerida.
Escribo para mi,
Mientras esgrimo palabras
encimadas en mis ideas.
Poca música,
muchas nueces.
Es el momento,
estiro
empujo los dedos
como sí las teclas tuvieran vida.
Así,
en el formato maquinal
de un cadáver exquisito
se va la mañana dominical
sin atisbo de sigilo.
Mientras más pienso
menos escribo,
Como una ecuación ambiental
que por más definida
poco se sabe de sí.
Escribo
así
sin freno y con clara idea de la disuasión.
Con la palabra recargada
y el estilo hecho libre.
No hay barrera que reconstruya aquí…
No importa
A pocos les dice algo mi música.
Cercanías
Sin tecnología el avance es mínimo.
Desde esta claridad perpendicular
Organizo mi clase:
apoyo mutuo de mis alumnos(as)
espera constante
palabras ausentes,
guisos de prueba.
Desde está clara mañana (Brillante sol),
respondo…
Asumo que están,
pienso que aprenden.
Con palabras ocasionales
el sonido sale, arrebujado
como si nombrarán estrellas de mar.
Con la tecnología me entero del mundo,
Eso que he vituperado
estigmatizado en mi formación calcárea.
Sin pena,
con lenta algarabía
escucho a los(as) que responden:
“Sí profe…”
con esa lejanía que no solo es territorial
como si dijeran algo,
como si la disciplina tuviera otro nombre.
La noche llega gélida
Onda atmosférica que cruje
Esos fríos que no se van
Que entran a la memoria
sintiéndose en los músculos,
en los huesos.
Con este ardor ocular
agazapado a estas horas.
Con los aromas silvando un recuerdo.
Aquí las plagas de la memoria
los aromas cortando la mañana.
Un suelo seco que no merece recordarnos.
Chan Santa Cruz (Felipe Carrillo Puerto)
Las casas bajas,
El sol en pleno
Cubriendo la vegetación secundaria
Las calles que apenas son:
altas banquetas,
huecos que no fueron guarniciones.
Medio día,
Sin clemencia el calor ahonda.
Esta ciudad sumergida en la selva,
como todas en la península.
Esta ciudad de nombre tardío,
Que bulle en migrantes en la tardía Yucatanía
Ahonda la vieja Chan,
aquella Cruz que penetró el sistema agónico de haciendas.
Tanto odio aletargado.
Aún la selva lo dice
En las noches húmedas
En los días brutales de calor intenso.
Vieja ciudad
borrada de su historia maya.
Digamos de ella,
Una mínima mención
acidulada,
lejana de su rivera maya.
Un espacio político
Invadido por mayas
Defendido por yucatecos
Diezmado por mexicanos.
La historia tejida de símbolos.
Enlaces interpretadas de causes
De onerosos juicios sin aclarar.
Ciudad invadida
Ciudad desierta
Ciudad rehabilitada.
Esta es tu historia cubierta de insidia
Violencia y cohecho.
No hay territorio romántico.
Limites de cauces sagrados
Milicias de tiempos cruzados.
Eso es Felipe Carillo Puerto
la ciudad con casas bajas
con un monumento de 1927,
todo lo demás contemporáneo.
Selva perturbada
Entre rebeliones y paz cruzada,
Paisaje remoto,
arrebata el incendio de los días.
Ciudad cruzada.
Felicidad matutina
…desprendida de algún síntoma.
En la rivera de mis ausencias.
Con la ligera correa de la inexactitud
Llega en la esplendida mañana.
Un sol,
Avispa la primavera
Que ya siento en mi cuerpo.
Esta belleza del mundo
El calor generoso
Envuelto en las tardes nítidas.
Qué paz engendra lo natural
Humano y naturaleza,
Transformando a raudales
Los días que apenas duran poco.
Estas estaciones trimestrales
Sentidas hasta el hartazgo.
Salto
Cobijo las palabras de espera,
Sé que está será una magnífica temporada.
Hermosa mañana alegre.
Llega,
espero el mundo
negado de a tanto.
Tizayuca, Hgo.
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