Separación
El
pathos
del amor consiste en la insuperable dualidad de los seres
M.
Levinas.
Capítulo I
Fue el invierno más crudo que pasé. Ernestina me llamaba
continuamente, sus estupideces me hacían olvidar un poco esto que
sentía. Sus palabras siempre estaban en el orden de la exigencia, no
sé, si es porque le enseñaron bien en la Libre de Derecho. Pasó
ocho meses sin empleo viviendo de sus propios ahorros. Mientras yo me
sentía miserable por no encontrar un empleo bien pagado. Pero me
alegro por ella, por su fuerza al soportar un tiempo tan prolongado
sin laborar, pero también porque ese tiempo estuvo separándose de
su novio.
Intenté trabajar en Telas Parisina, el horror se me vino encima
cuando veía el trato que los jefes directos tenían con las
empleados, más bien empleadas, lo más singular era que todas las
empleadas estaban en una competencia feroz, no podía entender por
qué. Pues cómo incentivos de ventas te daban pesos o centavos, no
lo recuerdo con claridad. Lo que si recuerdo eran las maneras de mi
jefa, que no tenía empacho en mandarme a organizar cualquier tela,
ropa u objeto que se presentara desordenado. El tercer día le dije a
Teseo, que yo no quería ese trabajo.
Ernestina estaba de forma paralela, contándome de Ramiro, su pareja
que ya andaba con otra, algo de sus actividades, la caída de la
bicicleta, la demanda que entabló por su caída, del wey que la
andaba morboseando por facebook, el mismo que le dio empleo, pero eso
lo cuento más adelante. Es tan ligera que todas sus estupides me
caen bien, incluso la admiro por esa capacidad que tiene para acceder
a lo que desea, bueno, menos al amor, pero lo laborar tiene mucha
suerte, ni se ha titulado de la licenciatura y a la wey ya le dieron
un puesto de coordinación.
Justamente la crisis que vivía con Teseo, se sobrepuso con mi
desempleo. Recuerdo que Ernestina me contaba sobre su necesidad de
encontrar empleo, por audio me comentó sobre la posibilidad de
entrar a la secretaria de Desarrollo Social, esa certeza la tenía
después de ver por medio de facebook que Joaquín tenía muchas
visitas a su perfil, “el wey me esta morboseando”, me decía con
su voz cantarina que nunca denotaba tristeza. Cómo si la posibilidad
del ver era una convocatoria de empleo.
Teseo dejó de buscarme, nos veíamos cada semana por su trabajo,
pues a mí me habían corrido de la Secretaría de Obras
Administrativas Enfocadas a Areas Públicas sobre Comercio Informal y
Anexas, todo fue por culpa del pinche molusco, sí el wey que era
jefe de la secretaría. A veces pienso que solo se deciso de mi
porque sabía de sus amoríos con Violeta, mi jefa directa. Con la
cual salimos con muchas diferencias Ernestina, Silvana, Anastasia y
Minerva. Pinche molusco, hasta pienso que es por su culpa que terminé
con Teseo.
A Ernestina la echaron del empleo un mes después de mi. Tuvo suerte,
un mes más de pago le beneficio sin lugar a duda. En cambio, yo ya
no sabía qué hacer con mis deudas, tenía una vida gozosa mientras
laboraba en la Secretaria de Obras Administrativas Enfocadas a Areas
Públicas sobre Comercio Informal y Anexas, por lo cual tenía mis
propias deudas, obtuve el monedero electrónico, compré ropa, más
bien, me endeudé con ropa, pues no podía seguir vistiéndome como
una vulgar servidora pública, aunque pensándolo bien, sería
antinatural que un servidor público se vistiera mal… en fin,
disertación que no tiene lugar en estos menesteres… o no lo sé.
“Focus”, le diría a Teseo cuando yo misma veía como me
dispersaba de la idea principal de la conversación.
Estuvo en la parte más vertiginosa de mi época laboral en la
Secretaria de Obras Administrativas Enfocadas a Áreas Públicas
sobre Comercio Informal y Anexas. Siempre pensé que violeta me
quería bien, pero na´, qué iba a ser, era muy rara, estaba loca,
no me parece extraño que le haya hecho caso al molusco, pero quién
soy para criticar a una persona así. Lo cierto es que después de su
mentira sobre su renuncia, sin ponernos sobre aviso, la limpia de la
secretaria que haría José Manuel Amieva, la verdad es que fue en
todas las oficinas del gobierno de la Ciudad de México.
Teseo tan solo me consolaba. Pero las cosas habían cambiado, no me
tocaba, en verano cuando fuimos de vacaciones a la playa, era
horroroso sentir este deseo que me carcomía por él, por su cuerpo,
pero no me deseaba sexualmente. Nos tomamos algunas fotos, sus nalgas
me gustaban mucho, no lo sé, no tienen esa forma alargada de la
tendencia general. Simplemente me gustaban. Por eso digo que la culpa
de todo esto también la tiene el molusco, pinche viejo, si hasta
quiso tirarse a Ernestina, la mensa lo compartió con nosotras, hasta
con Violeta, como casi todas ya sabíamos por dónde iba la cosa
pos´le dijimos de la forma más correcta que ella sabía de la
decisión que tomaría.
Desde esta distancia, pensamos que Ernestina vio en un papel bajo al
Molusco, quizás porque quería un poco a Durán, quizás porque dijo
aún no es el personaje con el que voy a negociar en la cama, la
verdad es que no pasó a mayores. Violeta pudo respirar tranquila,
porque aunque era el querer del molusco, algo, dentro de ella aún lo
hacía sentir afecto por él. Ya saben cosas del amor y de mujeres.
Lo cierto es que todas fuimos a parar al desempleo, algunas con más
suerte que yo, lograron encontrar algo.
Por mi parte estuve buscando empleos en lugares tan extraños que
nomás no veía la mía, y Teseo, alejándose. No sabía que era lo
más feo, mi desempleo congénito, o qué él ya no me tocara, no lo
sé, nunca me quedó claro. La última vez que hablamos él sólo se
quedó mudo, mientras yo le decía una cantidad de ideas que más
bien eran miedos, como aquél que porque me veía chavita podía
hacer lo que quisiera. La verdad es qué siempre trató de respetar
cosas que yo hacía, jamás me expuso a riesgos innecesarios, creo
que él me cuidaba más de lo que yo misma lo hacía. La verdad es
que había una diferencia de 10 años, en parte, ese era su
atractivo, además conocía muchas cosas, o al menos mucho más que
yo.
Durán y Ernestina no andaban muy bien. Ella suponía que andaba con
otra wey. Así qué ella nomás aguantaba porque sabía que era
temporal, regresaría a sus brazos como desde hacía tiempo, seguro
le diría que se casaran. Pero ella no aguanto después de ver un
video que el wey había grabado sobre la última relación sexual.
Ella nomás le dio click a un video que había llegado a su celular
mientras él se bañaba, era Duran y una wey muy blanca, es lo que me
contó Ernestina, nomás un ojo se le hacía chico, otro grande, la
pobre también llegó con mi terapeuta. Esa mañana salió sin
despedirse de Durán.
Bloqueo el teléfono de Duran. Me pidió asilo la pobre Ernestina,
pobrecilla yo creo que sufrió un poco, pues visitó mi departamento
pequeño en el lado salvaje del norte de la ciudad, no creo que haya
sido de su agrado, aunque ella venía de Neza, creo que deseaba
olvidar esos barrios olvidados de la mano de los gobiernos de la
ciudad. El primer día no me pudo contar, solo recuerdo que quedamos
de vernos en la tarde en un sambors, ahí estuvimos cerca de cinco
horas, le ofrecí mi casa, mientras resolvía que hacer.
En mi departamento, Ernestina, tomó asiento en el lugar más cómodo,
tomó una de las cervezas que había traído, fue entonces que
continuó contando sobre los excesos de Duran, el robo del dinero, su
faceta como distribuidor de drogas, los drogadictos en su
departamento, el dinero que ganaban e iba a parar con su familia.
Concluimos, como buen clan de chicas, que ese cabrón la manipulaba
muy bien, sabia como sacarle lo que deseaba, incluso el culero le
sacaba dinero de su propia tarjeta de débito, que en ocasiones
desaparecía y aparecía como el dinero público.
Para las once de la noche Ernestina ya tenía una gran cantidad de
whatssap, mensaje de texto, mensaje en facebook y un montón de
llamadas de amigos, amigas y números desconocidos. Estando en mi
departamento les escribió a todos, “estoy bien”, “salí sin
pila” y que yo le había dado asilo por el día de hoy, le
recomendaban llamar a Durán que estaba preocupado por ella. Yo
totalmente cansada decidí acostarme, ella se quedaría en el suelo
sobre una colchoneta que me había regalo Teseo. Antes de apoyar su
cabeza en la almohada, me pidió mi celular para marcar a Duran.
“Hola. Me encuentro bien en la casa de Columba, estoy bien, mañana
te marco para contarte. ¿va?...”, no esperó respuesta, colgó.
Bloquéalo, me dijo.
Dormimos, yo tenía una cita con mi padre temprano, así que salí y
le dejé cosas para desayunar. Cuando regresé ya no estaba. Me
comuniqué, después del octavo intento me respondió: “We, me
haces un paro, ¿puedo quedarme en tu casa hoy?”, platicamos un
ratito, la escuché mejor. Llevó la cena, me contó que habló con
Duran por un teléfono particular, que no lo quería en su casa el
miércoles en la noche, que se largara, que sus videos de mierda no
los quería ver, y que no deseaba hablar más con él, que dejará la
llave con Lucrecia, una amiga en común de edificio donde vivían.
El miércoles, me pidió que la acompañara, me pidió quedarme con
ella. La wey no pudo ni dormir en su cama, ella durmió en un sillón
y yo en otro. A eso de las cinco de la mañana me despertó su
llanto, solo me decía “¿por qué me hizo esto?”, para mi
aquello fue muy fuerte, yo nomás trataba de tranquilizarla. Más
cuando su amistad siempre la he tomado con reservas, creo que espero
el golpe traidor. Ni el té de manzanilla, ni una cerveza, ni un
tequila, solo se tranquilizó cuando fumó un churro que tenía en la
despensa. “Sólo quiero olvidar sus pendejadas”, me decía
mientras poco a poco iba siendo más lerda en todo, a mediodía
quedamos dormidas.
Una semana después que la ví, me contaba su terapia-duelo que
consistía en ligar weyes en ciertos bares, con la clara táctica de
no regresar más a ellos, “¿qué tal si me resultan casados
mana?”, ella siempre preocupada por la familia mexicana. Tres
semanas después me llamó de un departamento a eso de las cinco de
la mañana, se le había acabado la energía a la pila del celular,
afortunamente mantenía el papel donde yo misma le había apuntado el
teléfono en caso de emergencias. Qué le pidiera un Uber. Llegó a
mi casa pasadas las seis de la mañana.
Comenzó a contarme de su fin de semana, suicida diría yo, hasta que
perdió la razón y terminó en un departamento de quién sabe quién
entre una comunidad variopinta que no reconocía, hasta estaba ahí
la chica que le vendía la mariguana. Me pidió ayuda, pues la
contacte con Magda mi terapeuta, la misma de la que dudaba Teseo, que
porque quizás solo me lavaba el coco, bah, con el paso del tiempo he
descubierto que él, jamás acepto como buena la terapia de los
cognoscitivos, solo su pinche psicoanálisis. Ustedes ya saben,
pleitos entre academias, como si la subjetividad reconociera de
realidades plurales con interpretaciones únicas surgidas de la
academia. Pinches psicoanalístas.
A partir de ese día, me contó, se portó bien, pero que había
disfrutado lo suficiente para concentrarse en su nuevo trabajo. El
wey que la morboseaba en facebook le pidió salir con él, no sé en
que terminó, si solo en acostón o acuerdo, no sé, pero una semana
después de iniciar con terapia ya tenía empleo. Siempre he pensado
que le ha ido bien a la Ernestina. Pensemos, tiene vacaciones
posdesempleo pagadas por sí misma, una ruptura con drogas, sexo y
mucho reguetón que cierra con terapia de Magda, para después
comenzar a trabajar. Chale, sin titularse, pero aunque se piense lo
contrario la estimo a la wey.
Fragmento: Separación
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