La hora de la tristeza

Las incapacidades flotan,
se insertan en las mañanas,
en las tardes
en las noches que se opacan.


Llega la hora de la competencia,
de la cizaña guardada con nombre y apellido,
brinca la ristra patógena
caudillos brindados de mar serena.


Ahora, una comunicación,
en el fondo el recuerdo del desfase mundo:
redes de poder cortas,
tan limitadas que “el mundo” no solapa incapacidades.


¿Qué hacer con mi mañana?
Donde el desarrollo de habilidades ocluye el destino del capital,
!¿vaya temperamento sumiso?¡
Valga el sueño indeciso.


He guardado tu voz para el viaje,
fuga eterna, entrelazada a la rotura precisa
que se jacta de entereza.



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