La hora de la tristeza
Las incapacidades
flotan,
se insertan en las
mañanas,
en las tardes
en las noches
que se opacan.
Llega la hora de la
competencia,
de la cizaña
guardada con nombre y apellido,
brinca la ristra
patógena
caudillos brindados
de mar serena.
Ahora, una
comunicación,
en el fondo el
recuerdo del desfase mundo:
redes de poder
cortas,
tan limitadas que
“el mundo” no solapa incapacidades.
¿Qué hacer con mi
mañana?
Donde el desarrollo
de habilidades ocluye el destino del capital,
!¿vaya temperamento
sumiso?¡
Valga el sueño
indeciso.
He guardado tu voz
para el viaje,
fuga eterna,
entrelazada a la rotura precisa
que se jacta de
entereza.
Hola Antonio, tu eres el autor verdad?
ResponderEliminarAtte: Pat
...oh, sí. Pero ahora que lo leo nuevamente, algo, no me agrada.
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