Calles plegadas
Las
calles se estrechan. Algunas paralelas al río de las
Avenidas, otras perpendiculares a éste. Pensar este río seco fue el generador del trazo urbano de Pachuca. Acá la Plaza de Armas, allá la Iglesia de la Asunción, por acullá
sus arcos desdoblados en la administración de estos predios. Centro
telúrico que ha dado pasó a gente de los barrios
altos, comulgando las tardes y los fines de semana con la frialdad de esta ciudad.
La
minería arrepujó al fondo del valle la ciudad. En las laderas de
sus cerros dejó callejones estrechos y torcidos cual fin de la
colonización en estas tierras. Ahora habitada por otras gentes, ya
no por mineros, se ha prolongado la tradición migratoria de las
huastecas, del valle del mezquital, de la Sierra Norte de Puebla…
estas laderas de ese imaginario precoz donde la pobreza es la madre
de todos los delirios de los pueblos. ¿Qué harás con esta riqueza
ida con su historia?
Desde
aquí caminante solitaria se yerguen los años trémulos, desiguales,
confrontados con el sueño de tus ojos oblicuos. Caminante nocturna,
el viento pega frío, sonríes aletargando el sentido adornado por la
luna. Cruzas una calle, vendrá una acera, otra más, todas deformes,
nuevamente estás aquí, en esta calle ornamentada con adoquines,
calles onduladas no solo por el tiempo.
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